Acerca de mi Papá...

Después de todo lo que he escrito durante más de un año, y con la firme intención de no volver a mencionar a bedroomboy ni siquiera en stellar, me fije (anoche) que jamás he hablado acerca de mi padre. Un importantísimo personaje de reparto en esta película.

A mi papá lo tuve siempre. Tuve la suerte de nacer en esos pocos matrimonios basados en puro amor y no ne puro apuro. Cuando trato de evocar el recuerdo más antiguo de mi papá, me veo con él en la plaza de armas de Santiago...tratando de subirme al caballo de Pedro de Valdivia. Más atrás de eso, casi no recuerdo...más hacia adelante, muy poco también.

De él heredé el amor por la historia medieval. Él me regaló mi primer caballo de madera en el que jugaba a ser una princesa distinta, una que salvaba a Arturo de Morgana. Me enseño a dibujar y aunque no quiera reconocerlo, si soy capaz de pegar fuerte es gracias a él. Tambíen me enseño a cocinar (aunque eso igual fue despúes).

Mi papá creció en una familia gigante, donde mi abuelo (un viejo maravilloso con sus nietos aunque no tanto con sus hijos) era el capitán. Creo que por eso y salvo la vez que me llevó al cine a ver He-Man, jamás fuímos realmente apegados. No era un ser muy afectuoso y en realidad, las cosas que me enseño de niña fueron básicamente por su inmenso deseo de que fuese mejor que mis primos a pesar de haber nacido mujer.

Cuando nació mi hermano, ya me dejó más tranquila, aunue siempre ultra vigilada."Nada le puede pasar a la niña" era la premisa...Ja!, nada de eso evitó amargas experiencias que viví sin salir de mi dormitorio...

Cuando tenía como 12 años, creo que mi papá ya se entendía con la otra. Lo pienso porque ya casi no me hablaba (y a nadie en la casa en general). Cualquier cosa hacía que se molestara, y en realidad, todos estábamos más tranquilos cuando no estaba.

Creo que las mayores enseñanzas me las dió después de los 14, cuando se fué definitivamente. El día que se fué entendí que no existía confianza y jamás existiria. Ahí empezaron las peleas, por vivir mi vida tranquila, por la plata, por la atención que no le daba a mi hermano y por muchas cosas más. En ese tiempo aprendí a esperar cualquier cosa de la gente.

En cierta forma, todo eso fué bueno, porque hoy ya no me dejo atropellar como cuando era más chica. También decidí ser alegre y feliz, sólo por demostrarle que el mundo no era gris como él dice siempre.

Ahora, que tiene 51 y un hijo de 7 meses, he aprendido que sencillamente es el papá que me tocó, que podría haber sido mucho peor y que quizás, gracias a que me hizo pelear por todo desde niña, valoro más las cosas que tengo hoy. Al final, me convertí en la amazona que quería ser...ya no me subo a los árboles a comer ciruelas verdes, pero me cuido sola.