(Reflexión: Me acuerdo ese día hace casi siete años. Me acuerdo de la conversación que tuvimos, de nuestros sueños por ser mejores seres humanos, ser felices y ayudar a que los demás también lo fuesen. A veces pienso que estos sueños de los dos se murieron contigo, pero no quiero que sea verdad, quiero ser capaz de seguir creyendo que los sueños son posibles)
Me cansa, me hace sentir impotente la desfachatez con que las autoridades pasan a llevar a las personas. Da lo mismo si es la policia, el transantiago o un profesor. Me cansa ver cómo el "poder" hace creer a ciertas personas que son, a todas luces, acomplejadas, que pueden tratar despectivamente (incluso violentamente) a los demás.
Más impotente me siento cuando no puedo hacer nada. Ni por ayudar a quienes son pasados a llevar, ni por mover de su sitio a quienes ejercen estos abusos. Me encoleriza que las autoridades encargadas de velar por tu educación y tu bienestar y que llenan páginas de la agenda universitaria 2007 con palabrerías sobre la tolerancia, el pensamiento crítico, la pluralidad y placebos varios, cuando son los primeros en desconocer el derecho de los demás y apoyar la tiranía.
Me desespera sentir que tengo que preocuparme sólo por mi pellejo. Me desespera que los demás me lo hagan ver, casi tanti como me desespera saber que a pesar de ser algo contrario a mis principios, tienen razón. Porque no puedo, ni mi familia, hacer frente a las consecuencias de este idealismo que debería ser de todos, sólo porque ya varios se convencieron de encerrarse en su caparazón y entonces unos pocos, no podemos hacer nada.
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