20090204

A veces las letras salen solas y forman palabras...

¿Y qué tal si sólo me sentara a ver qué es lo que sucede?


Mi computador esta reviviendo (algo). Mi teclado esta irremediablemente lleno de polvo, lo que hace que mis dedos se sientan raros, sin importar cuantas veces trate de limpiarlo con el pañito húmedo y el pincel de los ojos. A pesar de la desagradable sensación, esta se mezcla también como con un gusto a antiguo. Puedo imaginar que estoy acá escribiendo como si usara la antigua maquina de escribir de Jack o si garabateara ideas con el lápiz grafito del profesor Tolkien.

Hecho de menos a todos aquellos amigos que no me puedo encontrar en el metro a la salida del trabajo. Hecho de menos a la Camila y sus reflexiones de messenger; extraño sentir la necesidad de usar ese bendito programa que me conecta con los que quiero. A veces me conecto con la esperanza de tener ganas de hablar (y recibir respuestas), pero en cuanto aparezco con mi avatar en la pantalla, mis animos se van.

Quizás el hecho de haberme tomado los meses sabáticos para crecer un poco me tiene algo cansada. Sobretodo, tal vez me da miedo hablar con la gente, y que ellos me digan que en realidad estoy exactamente igual (o peor) que antes y descubra yo con espanto, que he perdido irreparablemente mi tiempo.

Extraño HP. Casi que lamento haber terminado de leerlo. La saga de Edward y Bella (si, m ehe puesto terriblemente pop y ávida consumidora de best-sellers), me espera en el archivo de este tarro, sin que me decida aún a leerlo. Es que no hay nada como el papel. Ojalá volviese a mi mente desordenada las ideas que me hacen escribir como loca ficción tras ficción en mis cuadernos.

No extraño, claro está, ser callada. No lamento haber desarrollado (más) mi capacidad de reírme de los demás. Algunos detestan mi sentido del humor, llamandolo cruel cuando yo apenas lo considero algo ácido, pero hasta el día de mi muerte lo justificcaré diciendo que siempre les doy a los demás en el metro, la micro, la calle, la posibilidad impagable de reírse de mí, cuando me olvido que ellos existen y canto sin darme cuenta o muevo con todo el ritmo que no tengo, mis hombros mientras espero que llegue el carro del metro.

Por supuesto, tampoco extraño no sentir angustias. Mis preocupaciones y temores siguen ahí, pero de momento me dan tregua. Ojalá que los meses sabáticos me hayan servido para controlarlos. cuando llegue el momento.

No quiero correr. No quiero quedar frenada, pero quiero andar a mi propio paso.

No comments: