20100822

Heroes





Cuando nos dimos los abrazos a las doce de la noche del 1 de enero del 2010, creo que todos pensamos en muchas cosas. En los planes para el nuevo año, en las vacaciones, etc. Yo personalmente me pase un buen rato pensando en la suerte que tenía de haber nacido en ese momento del siglo en el que pude estar en un cambio de milenio y pronto, el Bicentenario de mi país. El tema del Bicentenario me fascinaba y me sentía orgullosa de poder vivirlo.

Mi orgullo no se ha ido, por el contrario, ha crecido, aunque por razones bien distintas a las celebraciones de los 200 años. Es un orgullo mezclado con tristeza y preocupación, pero sobre todo esperanza y ejemplo. Primero, el terremoto, que me hizo sentir orgullosa de la capacidad inmensa de la gente de sobreponerse, de dejar las lagrimas y el dolor a un lado, para socorrer a quienes lo necesitan. Imposible no sentirse orgullosa y parte de algo especial cuando tuve la oportunidad de ser útil en un momento en que mi país se había caído y cada uno de nosotros era importante e imprescindible. No podia evitar sentirme orgullosa de tantas personas que dieron todo de sí, arriesgando sus vidas por cooperar: Bomberos, medicos, enfermeras, fuerzas de orden, voluntarios y tantas personas anonimas que incluso ahora, siguen dando muestras de heroísmo.

Meses despues, el Mundial. Más allá de lo deportivo y de la satisfacción de ver a la selección en un mundial después de 12 años, con un rendimiento más que notable; me encantó ver el ambiente de alegría y de unión, donde por lo general el malhumor y el individualismo es la norma. Otra hazaña más de los 11 en la cancha.


Creo que es imposible no sentirse emocionado, feliz y hasta orgulloso al saber que 33 mineros atrapados en una mina mal cuidada y vieja han podido sobrevivir después de 17 días. Cuando todo nos hace perder las esperanzas, un papelito amarrado a una sonda, dando señales de vida y esperanza. Esperanza que no bajó a la mina como se esperaba y planeaba, sino que al contrario, subió desde el fondo de la tierra.

Y nuevamente, hay héroes: Rescatistas, especialistas. Gente que trabaja día y noche sin desanimarse hasta hacer el contacto que hoy nos hace tan felices a todos. Las familias, padres, madres, esposas, hijos, hermanos. Todos con una fe tan inquebrantable que da envidia. Y otra vez, gente anónima, que sin saber nada de minas, de derrumbes ni rescates, subió a la montaña a dar de lo que tenía: Compasión y cariño que se manifestó en mote con huesillos, en musica, en oraciones, en juegos, en compañía.

Y por supuesto, los 33 mineros que en vez de esperar a que nosotros los rescatemos, decidieron rescatarnos ellos a nosotros de la desesperanza con un simple mensaje "Estamos bien, en el refugio los 33".

Pienso que ni Carrera, ni Rodríguez, ni Prat, ni O'higgins, se sentirían decepcionados de los Héroes de Chile del Bicentenario.

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